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martes, 15 de febrero de 2011

El torturador de perros Martirizó a Schnauzi hasta la muerte y colgó el vídeo en su blog. La Policía busca en Badajoz al asesino de cachorros


Este chiquitín se llamaba Schnauzi. Tendrá como mucho dos meses. El método de tortura va como sigue: Fractura pata delantera derecha. Mordaza con aislante. Quemadura con cigarrillero en pata y oreja. Abuso psíquico (11 horas en total), que incluye ingesta de sus propias defecaciones. Muerte por asfixia lenta y dolorosa. Práctica del 'cristo', esto es fracturar sus omóplatos y pasar sus patas a su posición contraria». Con este lujo de detalles explica 'Lulu' el martirio al que somete a un cachorro. Lo graba y cuelga en la red el vídeo de la masacre: un animal de unos seis kilos es quemado, estrangulado y lanzado al suelo, humillado hasta una muerte que recibe finalmente entre espasmos, la mirada perdida y las articulaciones descoyuntadas.
El vídeo del delito (el maltrato a los animales comporta penas de prisión) en el que aparece el cuerpo de otro cachorro más, ha generado una marea de justa repugnancia entre los internautas. Porque el torturador de perros colgó el martes pasado en su blog -cerrado ayer- su 'obra' y explicaba que era el primero de los 95 animales a los que tenía pensado aplicar el calculado y vomitivo tratamiento. Al siguiente le hará lo mismo pero, además le cortará las orejas, algo que no había conseguido hasta ahora por no manchar de sangre su 'cuarto feo', el lugar sórdido en el que practica sus sangrías y que está siendo estudiado por miles de internautas en busca de pistas. El mismo Lulu -ese es su seudónimo- asegura que seguirá adelante con su abominable juego de matar y enseñar. Los siguientes serán, según su relato, nueve cachorros que nacerán en unos días, «nueve inocentes que no verán la luz sino por unos minutos», detalla en su recién clausurado blog.
El autor de la tortura, que asegura estar en Badajoz -aunque en su escritura haya cierto deje latinoamericano- muestra en todo momento una actitud de desafío. «¿Queréis mi dirección? Sacad papel y lápiz, chavales: esquina de la calle de la Violeta y Buganvilla».
En tal dirección (ambas vías existen en Badajoz) no hay viviendas, aunque decenas de personas buscan en los alrededores el paradero del 'cuarto feo' en el que mató a los cachorros. De momento, se sabe del sujeto más bien poco: que es un depravado, que viste botas negras militares y que realiza sus películas 'snuff' en un cuarto o un pasillo con números en las puertas.
A partir de ahí, la maquinaria de búsqueda se ha puesto en marcha y desde varios foros se escudriña cualquier detalle para dar con el asesino de perros.
Algunas voces llaman a la cordura, pues el caso ya está en manos de la Policía que investiga el suceso. La sección de Delitos Telemáticos sigue el rastro de la dirección IP de la persona que subió el vídeo y anima a los denunciantes a mantener la calma.
Tanto la Policía como la Guardia Civil se pusieron en marcha el sábado, cuando comenzaron a recibir varias denuncias de personas que habían visto la película del horror. Uno de ellos es Hugo Alonso, de 30 años, un animalista que se gana la vida en el mundo de la publicidad. Este vecino de Mérida aún no ha podido visualizar la pieza entera. Se le revuelven las tripas. «Hoy he visto otros dos minutos, pero me es muy difícil». Cuando conoció el calvario de Schnauzi, denunció los hechos ante la Policía, el Seprona y Bienestar Animal, en la Junta de Extremadura. No hay nada en la cinta -más allá del testimonio del torturador- que confirme que ha cometido sus tropelías en Badajoz, una ciudad en la que está cundiendo el miedo entre los dueños de perros.
En la protectora de animales Adana, saltaron todas las alarmas el sábado a las nueve de la mañana. Ana, que prefiere no dar su apellido, se encontró con «cinco pantallas» de mensajes denunciando lo sucedido. Después de trasladar lo ocurrido a las autoridades, ha recibido unos doscientos correos con muestras de solidaridad, ánimo y alarma de todo el mundo, incluidos EEUU y Latinoamérica.
Rabia y miedo
Ana llama a la calma y pide que nadie se entrometa en la investigación policial, pero ella misma ata cabos. Según su relato, el torturador es una persona «culta, no un niñato» que sabe lo que hace y que utiliza guantes de quirófano. Además de la rabia, le pesa el miedo de que la crueldad extrema del individuo siga adelante y que un día desate sus desviaciones con algo más que un cachorro: «Puede ser un vecino y si es capaz de hacer eso a un animal, se lo podría hacer a un niño. Es un psicópata».
También recuerda otros casos similares en la ciudad que podrían guardar relación con el vídeo. En noviembre de 2009, una mujer descubrió en una caja dos cachorros vivos que habían sido torturados y mutilados severamente. A uno de ellos lo tuvieron que dormir. Estaba reventado por dentro. El otro se recuperó. Se llama Fito y hoy vive «estupendamente con gente que le quiere». Schnauzi no tuvo esa suerte.

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